Cofú y Paxos: cuando la vida se para por un instante

Octavo viaje en familia, una tradición desde que nació mi hija Candela. Vamos siempre nosotros tres con los cuatro abuelos. Y esta vez el viaje surgió de una serie llamada "Sinfonía en azul" rodada en Corfú y en Paxos, en Grecia. Nos cautivó tanto la isla que salía en esa serie que dijimos "queremos ir". Para los que no la hayáis visto, os aviso de que si sois hombres tal vez os aburra soberanamente (ya me lo han dicho varios amigos), y a las mujeres os gustará. Así todo, hay unanimidad en que la isla que sale es espectacular.

Comenzamos a buscar vuelos y los enlaces eran relativamente fáciles, así que sacamos vuelos (desde Asturias a Bérgamo con Volotea, y luego de Bérgamo a Corfú con Ryanair), buscamos hotel en Corfú, y para Paxos queríamos encontrar una casa para todos, cerca de la playa y a ser posible con piscina. Nos apetecía un plan tranquilo en la isla, para mimetizarnos con sus habitantes, salir a cenar, hacer compra en el comercio local, bajar a la playa, alquilar una barca para recorrer la costa...

Dicho y hecho!

Así que desde Asturias sacamos vuelo a Corfú, con escala en Bérgamo. A la ida teníamos que pasar una noche en Bérgamo, pero a la vuelta el enlace fue directo. Y ¿a quién no le apetece hacer noche en Bérgamo? con lo preciosa que es la ciudad. Esta vez no subimos a la parte alta, pues todos habíamos estado ya en Bérgamo, en más de una y dos ocasiones, así que nos quedamos en la parte baja, y nos dio tiempo a dar un paseo, recorrer su calle XX Settembre, entrar en alguna tienda y tomar algo en una terraza. 


Al día siguiente cogimos el vuelo a Corfú. Y allí estuvimos un par de días, a la ida y a la vuelta de Paxos. Corfu parece sacada de una película clásica, su casco antiguo en tonos pastel es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y no es para menos. 


Todos sus edificios son de estilo neoclásico y sus calles tienen más esencia italiana que griega. Quizás resultan excesivos los "tenderetes" exteriores de las miles de tiendas, que en ocasiones no dejan apreciar la belleza de las fachadas, pero es una ciudad que merece la pena conocer, y a la que me apetece volver en otoño (habrá menos "tenderetes" y el ambiente será más tranquilo).



La fortaleza antigua es un museo al aire libre con rincones muy fotográficos, y en varios puntos de la ciudad hay acceso al mar para darse un refrescante baño, que agradecimos por el sofocante calor que hacía.





En Corfú nos alojamos en dos hoteles distintos. Ambos muy recomendables. El primero de ellos con mucha historia (y que demás es el que aparece en la serie), es el Cavalieri. Merece la pena subir a la terraza (incluso cenar allí) porque la vista es espectacular. 


El otro se llama City Marina, con habitaciones muy amplias y luminosas. Desde este último, tras la ventana de la habitación, descubrimos una increíble terraza en la que cenamos un día con música griega en directo. Un sitio idílico llamado "Tsantsamini" (Calle Ipapantis, 7; teléfono 0030 26610 24920) y con comida muy rica. 

Otro día cenamos en "Piperitsa" en la plaza de la foto siguiente (la terraza que se ve es el restaurante), es inconfundible por su edificio rosa y el Café Nos al lado, y sin duda el helado tomadlo en Papagioris Patisserie-Gelateria, en la calle Nikiforou (justo la que da a la plaza) por la que seguro que pasaréis un montón de veces porque es arteria principal. 

Desde el puerto de Corfú se coge el ferry a Paxos, tarda 50 minutos (el de KekyraLines, hay otros que tardan más, pero yo que tengo pánico a los barcos porque me mareo mucho, opté por el más rápido) y cuesta 70 euros persona ida y vuelta (la mitad para los niños). 

Paxos es una isla tranquila, muy poco masificada, con tres pueblos principales: Gaios, la capital; Lakka y Loggos; y rodeada de playas en las que se aprecian todas las tonalidades de verdes y azules en sus aguas. Increíble. 

La distancia entre los pueblos no supera los 8 kilómetros y la isla está llena de olivos. Su verde grisáceo junto a las distintas tonalidades del mar y los tonos pastel de las casas forman una paleta de colores inigualable, que te cautiva desde el minuto uno. 

El ferry te deja en el puerto de Gaios. Parece que estás en medio de la nada, pero en realidad hay un camino peatonal que te deja en el centro de Gaios en menos de diez minutos, aunque llegando con maletas lo mejor es coger un taxi. Justo donde te deja el ferry hay un bar, y ahí pegado en la pared de la terraza del bar están los números de los taxis de la isla. Os los dejo por aquí:

Nosotros, como queríamos, alquilamos una casa con bajada directa a la playa, y con piscina. Se llama Anassa Mares, se trata de una miniurbanización de casas justo al lado de una playa, y a cinco minutos caminando de otra preciosa de aguas cristalinas. Ambas playas tienen servicio de hamacas y sombrillas, y chiringuito. 



Para recorrer la isla alquilamos un coche y una moto. Eramos siete y la isla no contaba con coches de más de 5 plazas, así que optamos por dos vehículos y fue todo un acierto. Recorrer la isla en moto fue una de las mejores experiencias. 

Las casas de la isla son de estilo veneciano, con contraventanas; las plazas están llenas de vida gracias a sus tabernas con manteles de cuadros, y a los barcos y yates que atracan en el centro de los pueblos, casi hasta tocar las sillas de los bares. 









Indispensable es alquilar una barca, es la mejor manera de apreciar la isla, de entrar en las gruta azules, de bañarte en aguas con tonalidades increíbles y de disfrutar de playas que tan solo tienen acceso desde el mar. 


Una de las mejores playas de la isla, en la que nos bañamos desde la barca es Erimitis, cerca del pueblo de Magazia, se trata de la mejor combinación de playa y puesta sol de Paxos. Esta playa también tiene acceso desde tierra, puedes llegar en coche o moto, y luego caminar un ratito. 



Pero cuando llegas a las cuevas azules (parte oeste de la isla) es como si la vida cambiara por un instante, sobre todo cuando la barca penetra en el interior y navegas entre sus paredes, e incluso te das un chapuzón. 





Otra playa en la que paramos es Mongonissi, una playa tranquila y única con arena y aguas poco profundas. Tiene un restaurante en el que muchos que llegan en barco bajan directamente a la mesa, recibidos por el camarero que aún sin que te haya dado tiempo a poner pie en tierra ya te pregunta por el nombre de la reserva. También cuenta con un chiringuito en el que paramos a tomar una limonada y unas crujientes patatas con sal. 


Con la barca rodeamos toda la isla hasta llegar de nuevo a Gaios. Las barcas las alquilan en Gaios, está lleno de alquileres de botes, y no hace falta tener el título de patrón. Por 150 euros tienes una barca todo el día. Nosotros la alquilamos en "Thomas Rentals" y muy bien. 

Gaios es la capital de Paxos, un encantador pueblo pesquero con todo tipo de servicios y en el que apetece sentarte en todas sus terrazas. Merece la pena contemplar Gaios desde lo alto y hacer caminando el sendero que va del centro al puerto. 



Hay un maravilloso contraste de edificios tradicionales del siglo XIX con pequeños callejones y yates amarrados en pleno centro. Y frente a Gaios está el islote de Agios Nikolaos con ruinas de una fortaleza veneciana y una capilla.  En Gaios cenamos un día en "Georges Corner", hay todo tipo de comida y rica. Y el día que Luis y yo nos fuimos "de novios", los abuelos con Candela cenaron en "Vassilis" y les encantó! les gustó muchísimo.





También recomiendan, pero no probamos, "Taberna Karkaletzos" justo al lado del Paxos Club Hotel, en Gaios. Dicen que tiene la mejor moussaka de la isla. 

Camino de Loggos, desde Gaios pasarás por una carretera con un par de supermercados y varias tabernas. Conocimos dos de ellas, en una paramos por ser la taberna de la serie, "Bournaos Café", la vais a reconocer nada más verla (los que hayáis visto la serie, claro!). Tiene un idílico jardín en la parte trasera con vistas al mar y música en directo los fines de semana. Sirven platos típicos a muy buen precio. 


Y hay otra en la que cené un día con Luis, que Candela quedo con sus cuatro abuelos, y que nos encantó! Se llama "Dolos Restaurant" y lleva en pie desde 1888. Música griega en directo, bombillas blancas al caer la noche, una terraza ideal con olivos, y muy buena comida griega, con materia prima de sus huertos. 


Loggos es el pueblo costero más pequeño de la isla, muy tranquilo y pintoresco. Se recorre en media hora y allí se encuentra uno de los mejores restaurantes de la isla para comer pescado. Está situado en una casa naranja, no tiene pérdida, y cenamos muy muy bien. Resultó ser el sitio más caro de los que probamos, pero el servicio y la comida, inmejorable. Se llama "Vassilis Tavern"








Si queréis tomar un cóctel es mítico "Roxi Bar".

Lakka, nos encantó. Era en el que menos expectativa teníamos y nos cautivaron sus coloridas calles, su suelo empedrado, su escuela de música, en la que me colé trepando por una verja, saltando un muro... para hacerme la foto, jajajja. 




Lakka es el pueblo que mejor comercio tiene en cuanto a ropa y complementos, tiene tiendas muy monas. Merece la pena llegar sobre las siete, ver las tiendas, tomar una cerveza en una de sus terrazas, y luego cenar en un original sitio en el que el encargado te lleva a la cocina, te explica y enseña -uno a uno- cada plato que puedes degustar esa noche. Os recomiendo tomar la Pastitsada, un típico plato griego de carne en salsa, riquísimo. Se trata de la Taberna Nionios, en pie desde 1945. Lakka tiene fama por sus helados artesanos, y he de deciros que es verdad porque tomamos helado en todos los sitios que vistamos (postre obligado!) y los mejores, los de Lakka. 




Os diré que nos faltó un día más en Paxos, estuvimos cuatro noches, y hubiéramos quedado un día. Nos encantó. 

Sin duda Grecia nunca defrauda. 

Si necesitáis más información me podéis contactar por mi instagram @cristinacabezaleiva donde tengo un destacado de este viaje con muchas más fotos y videos.